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OPINIÓN I Enfermeras 2022: tres cuartos de salario, tres cuartos de lo mismo

Estrella Martínez, decana del Consell de Col·legis d’Infermeres e Infermers de Catalunya, sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres en el sector de la salud y de los cuidados, cifrada en un 24% por la Organización Mundial de la Salud.


Enfermeras 2022: tres cuartos de salario,  tres cuartos de lo mismo

Las conclusiones del informe de la Organización Mundial de la Salud The gender pay gap in the health and care sector. A global analysis in the time of COVID-19, publicadas este mes de julio, oficializan un dato por todos y, especialmente, ‘por todas’ conocido: las mujeres que trabajamos en salud cobramos menos que nuestros compañeros.

Para ser exactos, el informe constata una diferencia salarial bruta, entre hombres y mujeres, de aproximadamente 20 puntos porcentuales; y que se eleva al 24% cuando se tienen en cuenta factores como la edad, la educación y el tiempo de trabajo.

El estudio parte de otras evidencias como son las bajas retribuciones que ofrece el sector de la salud y del cuidado, en comparación con otros ámbitos; o de la sistemática brecha salarial de género atribuida a las profesiones en las que las mujeres somos mayoría. Y, si bien el informe concluye que la principal causa de esta desigualdad es que las mujeres ocupan mayoritariamente puestos de trabajo menos cualificados y que no hay mejor remedio que estimular la formación entre las trabajadoras de salud, ésta no es la única razón de semejante agravio.

Hablemos pues de las enfermeras: titulación de grado universitario, formación en especialidades, doctorados… Profesionales con formación, capacitación y competencias equiparables a las de otras disciplinas de salud –medicina, farmacia o psicología, entre muchas otras–pero con retribuciones salariales (y condiciones laborales) muy por debajo a las de nuestros colegas.

La razón: la categoría A2 que nos asigna el catálogo homogéneo de equivalencias de las categorías profesionales en el Estatuto Marco del personal estatutario de los servicios de salud, Ley 55/2003 y modificada mediante RDL (12/2022) el pasado mes de julio, con visos de estabilización de la plantilla del Sistema Nacional de Salud (SNS), pero sin enmiendas a la catalogación.

La desigualdad salarial que sufrimos es doble: por ser mujeres y por ser enfermeras. La Enfermería, mayor fuerza de trabajo en salud en todo el mundo, es el ‘comodín’ del (malentendido) ahorro.

Según las Tablas Retributivas, consolidar la categoría A1 supondría que el sueldo base bruto anual de las enfermeras se vería incrementando en alrededor del 15%, importe al que habría que sumar complementos de destino y específicos –según Relación de Puestos de Trabajo (RPT)– considerablemente superiores. Además, las enfermeras podríamos optar a plazas de nivel, mejor retribuidas e influyentes, y a las que no podemos acceder por no tener reconocida la condición sine qua non de profesionales categoría A1.

Si tiramos del hilo, llegaremos a las Especialidades Enfermeras, faltas de reconocimiento y/o desarrollo en muchos campos, y que condicionan la convocatoria de plazas de Formación Sanitaria Especializada (FSE), previa incorporación a la estructura organizativa y presupuestos de las RPT de los centros de trabajo. Y, yendo un paso más allá, podemos analizar como la ratio enfermera-paciente/usuario nos obliga a asumir sobrecargas de trabajo por el mismo salario.

En resumen, desigualdad salarial de hasta el 24% con tintes de género, pero también ‘de profesión’. Lamentablemente: enfermeras 2022, tres cuartos de salario, tres cuartos de lo mismo.

 

Estrella Martínez Segura
Decana
Consell de Col·legis d’Infermeres i Infermers de Catalunya